Una vez me dijeron que hacer yo nunca tomo en cuenta los consejos de la gente, solo me dejo llevar por lo que quiero o por lo que es conveniente para mi ausencia en este territorio lleno de obstáculos y tropiezos escabrosos…
Miré aquella casa, tenía un camino angosto para llegar a la puerta, era angosto y oscuro, lleno de plantas grises y flores secas, todo se veía muy arriesgado y se notaba que ya nadie pasaba por ahí, por que no habían huellas de nada más que el viento y la tierra que se acumulaba entre baldosas antiguas con un decorado trigonométrico, sus bordes tenían marcadas las huellas de quien nunca pudo avanzar por ahí, algo me decía que debía seguir hasta el final sin importar lo sucio que estuvieran mis pies, por que al cruzar ese camino podría hallar el lugar donde probablemente estarían mis zapatos, lo pensé tan solo un segundo, miré hacía atrás y vi el sol que cubría los árboles en el arrollo que se divisaba de lejos, nunca me gusto el sol y aquel camino que terminaba en aquella casa llena de misterios sombríos y me decía que allí encontraría la soledad que siempre espere, a pesar de eso… yo no quería estar sola. Pero me arriesgue una vez más por lo que no deseaba y fui, mis pies se ensuciaron y mis manos desaparecían entre el polvo y las ramas que las cubrían, al pasar sentía los rasguños de las flores secas a mi camino, pero también sentía que debía continuar y seguía a paso lento para sentir uno a uno los rasguños en las manos y en la piel, miraba hacía el frente y solo veía esa casa lúgubre que me llamaba y seguía mi camino, lograba divisar uno que otro detalle a medida que me acercaba, veía las ventanas llenas de rostros de gente que deseaba ver más allá de lo que había en ese camino muerto, pero la cara de espanto que tenían no los dejaban ver nada, sería yo la primera en poder ver lo que había más allá por que mi rostro no responde a ningún estimulo hoy, ya que no desea más que mostrar la incertidumbre en la que se encuentra, seguí aquel camino, me encontré con un gato negro que me miró fijo a los ojos y siguió de largo en su andar al igual que yo, logre llegar a los escalones de la entrada de aquella casa, me paré y miré hacía atrás, noté que desde allí todo se veía mas fácil de lo que era, me senté en los escalones a tomar la decisión de mi vida, quizás sería más fácil si yo no entrara a aquella casa, pero me decidí rápido no tenía nada que perder así que observe bien cada detalle de la casa y el camino de vuelta para no perderme, al entrar caminaba más lento por que sentía que el aire disminuía, tenía que respirar más lento por que los pies me pesaban, el piso era agrio, las paredes dulces y el techo salado, había un reloj que no paraba de avanzar y corría a una hora por segundo, a penas lograba ver las agujas, un mueble antiguo y un florero de cristal con rosas rojas secas donde sus pétalos agonizaban, me dirigí al florero y tome una rosa, se volvió anaranjada en mis palmas, luego rosa en mis muñecas y roja en mis dedos, fue ahí cuando me dí cuenta de que lo único con vida en esa casa era yo y aquella chimenea que tenía una llama rojiza que me encandilaba la mirada, buscaba en esa llama casi ciega el camino por el cual seguir, pero no había nada solo era mi intuición la que me decía que hacer, siento que creer en mi intuición es demasiado arriesgado para tomar la determinación del camino por el cual seguir, pero dicen que la intuición muchas veces le gana a la razón, eso creo que lo he escuchado más de una vez…Seguí caminando algo me decía que debía seguir, inerte en mi destino llegue a un pasillo largo, habían cuadros de gente que alguna vez pobló esa casa, se veían felices, pero a medida que avanzaba todo se hacía un poco más triste, las caras de aquellas personas que creí haber visto alguna vez en algunas de mis noches agitadas eran de desesperación, sentía que avanzaba dentro de una historia con un final trágico y a la vez mágico, los cuadros no terminaban, detallaban cada circunstancia de la vida de estas personas, más de algún juego de niño, peleas de pareja, discusiones, gritos y violencia… Se me agitaba la respiración, aunque mis pies pesaban, quería saber que seguía de esa historia pictografíada en cuadros llenos de polvo, se volvía mas intenso, los niños ya se habían ido de la casa, las arrugas caían en los rostros de la madre y el padre, no era nostalgia lo que había en sus caras era algo más… lentamente seguí con curiosidad y con miedo a saber lo que iba a pasar en la vida de esa gente que solo pude haber visto por las noches, al final del pasillo se veía una habitación cuando me quedaba poco para terminar la vida de una familia, seguí, una foto con fondo y marco oscuro, donde se veían velas, lágrimas y flores eso quedo de la vida de esos entes perplejos en una fotografía que alguna vez fueron personas de carne y hueso, suspire, callé unos segundos y seguí el camino hacía la siguiente habitación.
Seguí caminando con los ojos cerrados, no quería saber lo que había en la habitación, sentí que ya estaba dentro de ella y abrí sigilosamente los ojos, no lo creía, no creía lo que veía, eran cientos de libros y hojas escritas a mano, y ya no había otra salida, la única parte donde creo poder encontrar mis zapatos era en ese lugar, lleno del placer culpable de la lectura, que te hace sentir en un mundo de fantasías en hojas llenas de intriga y de ganas de seguir, parecido a un laberinto, casi muda me sentía ante la admiración de tantas penas, alegrías, amores escritos entre hojas desgastadas y llenas de polvo, seguí entre libros, me dí cuenta que al fondo del laberinto se veía una luz suave y llamativa, avancé casi exhausta y algo me impidió el paso, era que habían dos caminos y solo uno de ellos te llevaba a la luz, no sabía que camino seguir, tome un libro del extremo del camino derecho, me senté y lo comencé a leer, estuve horas sentada intrigada por terminar esa páginas amarrillas llenas de polvo y letras desgastadas, me quedaba poco para poder terminar el libro, sentía que mis pupilas no paraban de moverse de un lado hacia el otro, hasta que por fin lo logré, termine aquel libro, me paré estire mis manos hacía arriba. por fin pestañeé y tomé otro libro del lado izquierdo, lo abrí y lo comencé a leer, poco a poco, me enredé entre una que otra historia de aquel libro, ni comparado con el otro que pensaba más en terminar en que, que sucedía en la historia, mis pupilas se contorneaban al ritmo de la música que estaba en mi cabeza mientras las palabras y las letras tomaban sentido en mi cabeza y con la música que les daba algo de ritmo a una historia que te comía los dedos y el aliento al leerla…Me paré nuevamente, pero esta vez en medio de los dos caminos, era un poco difícil, miré a mi alrededor, no había nadie a quien demostrarle nada así que de nada me servía demostrar que acerté, seguí ese camino por aquella historia que me envolvió, no lo podía creer al final del camino, una mujer, bellísima, su rostro se mostraba somnoliento, como si llevara ahí sin hablar con nadie por mucho tiempo, ella tenía sus cabellos largos y rojos como la llama de la chimenea en la entrada, su aroma era dulce como las paredes, el entorno que ni siquiera la intimidaba era agrio y su piel salada como el techo y el agua salada, sus ojos reflejaban la vida de aquellas personas de las fotografías, sus manos eran blancas y suaves, su mirada estaba fija y ella no se movía, era el retrato perfecto de la mujer de mis sueños y a sus pies estaban mis zapatos tal y como los había perdido, me acerque lentamente, no podía sacar mi mirada de la suya, el nerviosismo me invadía, tomé mis zapatos y me los puse, lento introduje mis pies sucios llenos de polvo, rasguños y tierra, no sabía que hacer ahora y ella se acerco, me tomó la cara y me beso, sentí como toda mi vida pasaba frente a mi y como esos labios de sabores indescifrables se disponían hacia mí, fue como si en todo el cuerpo sintiera algo que quiere salir, derepente me dejó de besar y se alejó, lentamente todo volvía a mi alrededor, todo lo que había ahí. lo deje ir con un solo beso de ella, era quizás la musa de los mejores de mis sueños, me tendí en el piso y de lo cansada que estaba no pude contener el sueño, cerré los ojos y ahí me quede tendida, con mis zapatos nuevamente, con una sensación rara en los labios y con la incertidumbre de que a veces el destino te lleva a lugares recónditos y a experiencias que sin darte cuenta son lo que siempre se espera de la vida, lo más curioso es que del libro del cual decidí que camino tomar, ese libro, aquel libro solo hablaba de amor…